El domingo celebramos la primera sesión del proyecto de creación de una comunidad de familias, EquipoFAM, en el Museo Reina Sofía. Una vez al mes, de octubre a junio, nos haremos preguntas, compartiremos aprendizajes y nos visitarán artistas y colectivos.
Después de acondicionar las salas que nos acogerán durante estos nueves meses, los talleres Sabatini, a las 11:00 fuimos con Fran Martínez, del departamento de Educación del Museo, a recoger al grupo. Estábamos muy expectantes, con ganas de conocer a las familias que habíamos seleccionado cuidadosamente el mes anterior. Habíamos quedado en la escultura “El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella”, de Alberto Sánchez. Al llegar hubo muchas sorpresas, conocidas de otros proyectos anteriores, amigas que coincidían sin haberlo planeado… Cuando estuvimos todas emprendimos la marcha hacia el interior del museo, donde cada familia recibió sus entradas y pegatinas identificadoras.
Una vez en los talleres, tras tomar un tentempié y hacernos poco a poco con el espacio, nos fuimos presentando. Nosotras, por nuestra parte, además de presentarnos (y a nuestras respectivas familias) como coordinadoras del proyecto, dejamos algunos de los puntos claves del proyecto en el que:
- Conoceremos las entretelas del Museo para habitarlo, reflexionar y explorar acciones que hagan de él un lugar más acogedor.
- Construiremos y cuidaremos una comunidad de familias.
- Nos vincularemos como comunidad al Museo además de transmitir y compartir las reflexiones que surjan en el proceso, dejando una pequeña hoja de ruta para tirar del hilo.
Cada familia pasó a contar una anécdota o un recuerdo de su relación con el Reina Sofía. Surgieron muchas reflexiones de manera improvisada y muchas experiencias compartidas.
Por ejemplo, cómo para todas las adultas hay un antes y un después de tener hijos en la relación con el Museo. Se pasa de deambular sin problemas por sus pasillos y acudir a todo tipo de eventos a tener que hacer frente a problemas de accesibilidad y a tratar
de compaginar los deseos y energías infantiles con las normas del Museo. Por otro lado, había familias que habían comenzado a asistir al Museo de manera más regular una vez habían tenido a las criaturas, debido a espacios como el jardín (os recordamos que es público, no es necesario pagar la entrada del Museo para poder disfrutar de él), los amplios pasillos o la terraza, donde poder estar, además, en un espacio silencioso (cosa poco habitual dentro del centro de la ciudad). Muchos de los peques habían pasado de ir al Museo en el carrito de bebé con sus padres a hacerlo con el cole. Supimos también que otras familias del grupo están vinculadas al Museo por cuestiones personales, laborales o de vecindad.
En resumen: el Museo es un lugar que nos es familiar y atractivo para casi todas pero que no siempre es tan acogedor como nos gustaría.
Después, comenzamos la primera dinámica de la mañana. Habíamos seleccionado una docena de obras del Museo a partir de una búsqueda en el catálogo de palabras clave como ‘familia’, ‘grupo’, ‘madre’, ‘padre’, etc. Las revisamos en grupo y cada familia escogió una que le llamaba la atención, con la que se identificaba o que le podría representar. El siguiente paso fue salir en busca de esa obra en las diferentes salas del Museo, ayudados de una ficha con algunas pistas. En este enlace puedes descargar el documento con las imágenes y las pistas con las que estuvimos jugando.
A la vuelta cada familia compartió sus impresiones sobre la búsqueda. Algunas tuvieron encontronazos con las vigilantes de sala (una familia decidió poner una reclamación debido al trato de uno de ellos), poco habituadas a que niños y niñas campen a sus anchas por el Museo. La sensación general es que la infancia genera tensión y estrés en los vigilantes. Había personas que comprenden estas reacciones debido a la labor que desempeñan respecto a las obras. Pero se dan situaciones paradójicas, como las que nos señaló Cecilia, una de las niñas mayores del grupo. Ella nos contó cómo se le permite sentarse en el suelo de las salas cuando viene con el cole pero no cuando viene con sus padres, cosa que le genera mucho desconcierto. Se creó un debate muy interesante sobre las limitaciones y las posibilidades que permite el Museo a la experiencia que podemos tener las familias del mismo. Precisamente, una de las propuestas de este proyecto es encontrar las grietas para poder proponer cuestiones que mejoren la situación y hagan el Museo más accesible para todo tipo de familias.
Otras encontraron tesoros inesperados e hicieron piñas entre familias que buscaban las mismas obras. Se comentaron obras que no estaban en nuestra primera selección, como por ejemplo Aviones negros, de Horacio Ferrer.
En la dinámica final plasmamos en un papel continuo nuestras impresiones de la sesión. Estas son algunas de las cuestiones que se señalaron en el muro (junto a elocuentes dibujos de la parte del grupo que no escribe aún pero que también plasmó sus impresiones).
NOS GUSTA
- Ir sin prisa a buscar obras y descubrir cosas por el camino
- El espacio del Taller: cómodo y amable
- La sorpresa de encontrar obras que me gustan
- La mujer pájaro
- Rodear el patio
- Subir al cielo
- Compartir con otras familias y venir por primera vez toda la familia
- Repensar juntxs una experiencia placentera para las familias
- El grupo, ¡cuántas personas interesantes!
- El museo me resulta acogedor, los vigilantes han sido amables, me encanta la tranquilidad que se respira aquí…
- Buscar y analizar obras con otras familias: la interpretación de la obra “Familia en metamorfosis” ha sido que eran una familia de gallinas
- Pintar en la pared
- Me da miedo el Museo cuando se apaga la luz
- Sentarme en el suelo del Museo
- Un espacio sin tanto control en el Museo
NO NOS GUSTA
- La tensión que se siente yendo con peques
- El vigilante de una de las salas: maleducado, agresivo, irrespetuoso…
- La acústica de los talleres, ¿podríamos tener otra salas para reunirnos?
El próximo día, 17 de de noviembre, seguiremos investigando por los recovecos del Museo y descubriendo sus historias.