Pikara-Magazine-Ceremonio-prehispanica

Cuando un autobús con estudiantes normalistas desapareció casi entero la noche del 26 de septiembre de 2014, cuando Ayotzinapa despertó al mundo, Ana Enamorado, una madre salvadoreña, escribió en su muro de Facebook: “43 y miles más”.

Se refería a l@s migrantes centroamerican@s, su hijo uno de ellos: para alcanzar el sueño americano atravesó México, un narcoestado, y ya nunca supo de él. Son miles los que no aparecen. Por eso madres, hermanas y abuelas centroamericanas se han organizado para buscarles. Su lucha no tiene tregua, y las estrategias para conseguir pistas y apoyarse unas a otras es encomiable.

“Tengo la espalda como cargada, me duele justo aquí”, un mujer que no debe llegar a los treinta señala un punto rojo dentro de una silueta humana. A otra le duele la boca del estómago, siente como un nudo. Varias tienen dolores en tobillos y rodillas, también en la garganta y en el cuello. Un total de 48 mujeres, esposas, madres y hermanas de personas migrantes que desaparecieron en México cuando trataban de llegar a EEUU han pintado con cera roja sus dolencias, es una técnica que emplea la organización oaxaqueña Consorcio con grupos de mujeres para que identifiquen sus dolores y se reconozcan unas a otras. Yo esperaba encontrarme con una cuarentena de siluetas con la parte izquierda del pecho marcada en rojo, pero no. Aunque todas estas mujeres tienen el corazón partido, el dolor de la pérdida de un ser querido lo localizan físicamente en distintas partes de su cuerpo. En el corazón, pero también en la boca, en el cuello, en los brazos, en los pies, en la espalda. Buscar sin descanso es desgastante, están exhaustas, les duele todo el cuerpo.

Os compartimos este reportaje narrativo que nuestra pandora Soraya acaba de publicar en Pikara Magazine.

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